miércoles, 15 de abril de 2009

Desencuentros Afortunados

A veces, Leonor, los encuentros son desencuentros: extrañas ubicaciones donde confluyen energías sin nombre que nos llevan a mundos subterráneos, impensados o inexplicables.
Casi siempre había pensado que encontrarse era garantía de algo afortunado,era recobrar lo perdido, encontrar lo añorado; el desencuentro, en cambio, era una confluencia negativa, donde lo que se rehúye se vuelve a tocar.
Ahora no estoy tan segura.
La última semana ha tenido algo de todo esto. Ha habido encuentros extraños, tan particulares y etéreos, tan impredecibles, tan inabordables….
Lo que nunca pensé que pudiera volver a suceder, ha sucedido. Lo que esperaba que sucediera, en cambio, no se ha dado.Por eso son desencuentros, inexplicables fuerzas que hacen que se sucedan cosas inexplicables en el camino de cada cuál.
Tres personas han atravesado estos días mi vida y han trazado en ella un dibujo, o una línea, o han borrado algo: dos de ellas con su ausencia y una con su presencia.
Intuyo la fragilidad de todo ello, pero no importa. Sigue siendo mi propia vida algo sorprendente.
Oigo la música de Georges Winston mientras escribo. La melancólica pieza “Secret Garden”, me trae recuerdos inolvidables, de un pasado que a veces extraño.
También me evoca estos últimos días de este presente sobre el que voy caminando de puntillas y haciendo mil malabarismos.
Es lo que tiene la música, que puede mostrar el pasado y el presente sin necesidad de anudarlos.

jueves, 9 de abril de 2009

El reencuentro del amigo

Ayer, después de veinte años, tuve noticias de un amigo muy querido de la época de la universidad.
Haciendo una labor de detectives, usando internet claro, logré dar con una página donde aparecía una persona cuyos datos correspondían con él. Le envié un correo, y....magia! dos días después tenía noticias suyas.
Hace más de veinte años, nos reuníamos en la hora de las cervezas y los cafés, para estudiar o para salir...
Hablábamos de muchas cosas y me sorprendía cuando me decía que lo que más le gustaba eran leer novelas del oeste. A mí me parecía que bajo la capa de chico duro se ocultaba todo un romántico.Desde entonces, ha sido inevitable que evoque su imagen cuando veía alguna película del oeste.
Me dio una fotografía tipo carnet. En aquella época los amigos nos dábamos ese tipo de fotografías, siempre había alguna que nos sobraba después de hacernos diez o doce, para principio de curso y entregarlas a los profesores.Él me ha dicho que tiene la mitad de pelo que tenía entonces y 25 kilos de más. Yo le he dicho que tengo más pelo, pero también más kilos.
Se enredan los recuerdos de tanto vivido. A veces, Leonor, tengo que hacer un alto y poner un poco de orden en los años porque ya se me atropellan locamente.
Aquello fue la magia del 84 al 86. Me ha recordado que fui yo quién lo despidió en la estación de autobuses cuando se fue de Granada y empezó, lejos, otra etapa de su vida.
He estado años preguntándome qué fue de él. Y ahora, gracias a la unión de mil casualidades, nos reencontramos nuevamente.
Estoy casado y tengo una hija, me dice.
También yo tengo una hija, aunque más pequeña, le contesto.
Me inunda la nostalgia cuando nos cruzamos esas palabras. Son más de veinte años...las vidas de todos han ido por mil sitios distintos.
Le he hablado de la reunión de nuestra promoción, de los catorce magníficos.
No sé si vendrá, en manos de la Providencia dejo ese reencuentro.
Lo que si sé es que te escribiré alguna que otra vez, y que a través de esta magia virtual, nos tenderemos de nuevo las manos.
Un beso para ti, mi amigo.