domingo, 25 de junio de 2006

Gusanitos de seda

Calor....mucho calor....
Verano encima, aplastante, después de casi un mes de junio atípico.
Nunca me gustaron estas fechas. De hecho, cuando el almanaque va caminando hacia abril, empiezo a ponerme nerviosa, a angustiarme.
La ciencia diría que es la astenia primaveral -que puede prolongarse hasta bien entrado el mes de junio-.
Ese especial estado en que mucha gente arrastra su persona por las calles de esta Andalucía seca y polvorienta, camino del trabajo, o de las facultades, o de donde sea.
Afortunadamente, hay eso que por aquí llamamos siesta, cuya duración es variable, y depende de la edad, el trabajo, el tiempo de que se disponga, y si se tiene o no pequeños que permitan disfrutarla.
Antes de que llegaras, yo podía pegarme casi tres horas deliciosas de siesta en cama, sin ropa. Cierto es que me levantaban de "aquella manera", pero, bueno, y ¿qué?
Por aquél entonces Clarita, la reina de los gatos, vivía conmigo.
Eran los tiempos de Ronda, y empezaba una monumental siesta a eso de las tres y media de la tarde, y la concluía hacia las seis y media o siete. Clarita, la gata, bostezaba conmigo, y se acostaba y se levantaba conmigo también.
Julia decía que era "un gusanito de seda", siempre enredada en las sábanas de la cama.
Ahora ya no lo hago. Sólo diez minutos, mientras te tengo en brazos para dormirte a ti, porque ahora eres tú mi gusanito, que anida entre almohadones un breve par de horas.

3 comentarios:

  1. Me encantó, se me hace tan tierno imaginarme el cuadro donde estás tú dormida con tu niña en cama. Contemplando toda la imagen de la inocencia, la pureza, la calma y la tranquilidad que se refleja en el rostro de tu niña, de mi niño...
    Cuándo nos perdimos de todo eso?

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  2. Crecemos. Esto es inevitable. Si hemos sido afortunados, además, cuando volvemos la vista atrás y miramos nuestra infancia, consideramos la contemplación de una época luminosa, radiante. Si esa infancia ha sido hermosa, estaremos buscando el resto de nuestra vida esa felicidad perdida.
    Giacomo Leopardi decía que la infancia era la época fabulosa de nuestra vida. Y en efecto lo es, puesto que nos pasamos el resto buscando esa inocencia que un día tuvimos.
    Por eso nos enternecen tanto los niños, porque vemos en ellos esa imagen de la inocencia más absoluta, nos recuerdan lo que un día tuvimos.

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  3. Tienes toda la razón. A veces queremos crecer tan deprisa que nos vamos despojando equívocamente de las prendas que después queremos volver a ponernos, pero hemos crecido, y ahora nos quedan chicas.

    No dejes de escribir, continúa así...

    Besos desde Monterrey, México para tí y para Leonor

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