domingo, 18 de febrero de 2007

La Madre Salud

Mamá en el Colegio. En 1º de Párvulos, con tres años.

Mi querida Leonor, ha pasado algún tiempo desde la última vez. El año escolar sigue su curso, y tú estás más crecida, más "hecha", como dice tu abuela. Estás abandonando los último rasgos de bebé, para ir accediendo, poco a poco y de forma imperceptible, al estatus de "niña pequeña".
Vas al "cole", y adoras a tu profe Quique.Yo sé que ese primer maestro tuyo, será una figura que quedará grabada para ti. Para siempre.En alguna ocasión me has dicho que no te gusta el cole nuevo, pero que Quique si, y que lo quieres mucho.
Esas cosas que me cuentas, han hecho que vuelva hacia atrás en mi memoria -tu tienes esa virtud para conmigo, puesto que haces que recupere mi propia infancia-.
Y recuerdo a la Madre Salud, una monja que fue mi primera maestra. Recuerdo que me tomaba en brazos, me sentaba sobre sus rodillas, me hablaba y me besaba. Tenía esa certeza de ser alguien muy especial para ella. Estuve todo aquel año con ella, aunque al final de curso, creo recordar, tuvo que marcharse, puesto que la trasladaban a otro convento.
No volví a verla hasta quizá un año más tarde. Recuerdo que el día que llegó, las madres de muchas de las alumnas del colegio, fueron a saludarla, era una monja y una profesora muy querida. Yo entré allí, al salón del colegio, ese salón al que muy pocas veces nos estaba permitido entrar a las alumnas. Me vió. Estoy segura de que me vió. Pero estaba rodeada de madres que le preguntaban cosas, madres enormemente altas, había mucha gente.
¿Por qué no me rescató? ¿Por qué no vino a verme? ¿Por qué no me tomó entre sus brazos y me besó como lo hacía antes, diciéndome lo guapa qué era, llamándome su niña?
Fue la primera vez en mi vida que me sentí abandonada, terriblemente abandonada.
Salí de aquel inmenso salón llorando. No recuerdo adónde fui, ni dónde me metí. No recuerdo qué hora era. No recuerdo nada más.Fui consciente de una tristeza devastadora, inmensa. Tenía cuatro años.
Es terrible sentir esto, y más aún que un niño lo sienta. Es por eso que te abrazo de forma constante -si, ya sé que a veces te agobio, y que gruñes cuando estás harta de que lo haga-. y te digo que te quiero -tú también me lo dices, el mundo es perfecto en esos instantes-.
No quiero que tengas ese sentimiento que a mí me llegó tan tempranamente, aunque sé que ciertas cosas no podré evitarlas.
La ausencia duele menos que el abandono, éste es más terrible, más demoledor, ya que es más consciente, más voluntario. Aunque yo algún día esté ausente, no voy a abandonarte.

4 comentarios:

  1. Pero algún día tu hija será mujer, y cuando sea madre entenderá

    Recordará cada beso y cada abrazo y entonces dirá -¡Gracias Mamá!

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  2. Gracias por tu comentario, me encanta que me escribas. Espero que mi hija lo recuerde, de alguna forma, espero que lo ques éste blog contiene le llegue en algún momento a ella.
    Besos.

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  3. He llegado a este blog por casualidad y solo he leído este post pero tengo que decirle que me ha encantado, está lleno de ternura y de cariño, de verdad que me ha gustado mucho.
    Si es un blog dedicado a su hija sería un bonito regalo que cuando fuese mayor puediera leerlo.
    ¿Y en qué colegio estaba la Madre Salud? Yo también soy de Granada, y también estudié en un colegio de monjas pero no había ninguna Madre Salud, de hecho no recuerdo que nadie me tratase con tanta dulzura y ternura en el colegio, fue muy distinto y ese sentimiento de abandono supongo que es inevitable en los niños pero estoy segura de que ella se moría de ganas de salir y de cogerte y de abrazarte pero con todas esas madres allí no pudo y se quedaría con las ganas, eso seguro. Besos llenos de sueños

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  4. todas las monjas estan locas y la salud es la peor de todas ellas

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